Girls Can Rock!-St.Vincent

La primera vez que escuché a Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent, quedé boquiabierto. Me maravilló un arpeggio de guitarra que sonaba en los versos de una de sus canciones; yo no sabía para entonces si se trataba de una banda, mucho menos de que hubiera una mujer en ella, o si era un proyecto solista. «Está increíble ese arreglo de guitarra», le comenté a Diego, un compañero de la Universidad al que le agradezco esta y muchas otras recomendaciones musicales. «Es St. Vincent, esta chica toca la guitarra, canta y produce toda su música ella sola», respondió. No podía creerlo, la ejecución de los arreglos instrumentales era finísima y a la vez muy compleja, y, aunado a esto la chica podía cantar al mismo tiempo.

6 años han pasado desde aquella reunión en mi sala, y desde entonces he tenido a bien escuchar recurrentemente toda la obra de St. VIncent encontrando cada vez detalles sutiles dentro de sus discos, y me pregunto ¿Cómo llega alguien a este nivel de composición y ejecución? ¿Años de estudio? No. Lo increíble de esto es que Annie estuvo en Berkley estudiando música tan sólo tres años, y decidió abandonar la escuela porque considera que «uno comienza a hacer música cuando aprende a olvidar todo lo que ha aprendido antes». Me parece bastante divertido escuchar estos clichés de los músicos pero entre más analizo la trayectoria de los artistas y sus procesos creativos más frases como ésta encuentro de manera constante cuando les preguntan sobre su cosmovisión de la música: «Menos es más»; «back to basics», «aprender a olvidar lo aprendido».

Por otro lado, me queda claro  que la constancia es clave en este negocio, Clark sabía tocar la guitarra desde los 15 años, y no es casualidad, la familia también juega un rol fundamental en la educación y formación de los artistas. Desde pequeña fue acompañante y staff en las giras de sus tíos Tuck Andress y Patti Cathcart, un dúo de jazz conocido como Tuck and Patti. Fue aquí donde encontró una verdadera escuela. Montando escenarios desde los 12 años, teniendo instrumentos en sus manos como extensiones de su propio cuerpo. Son artistas como ella las que deciden perderse durante meses en lugares desolados para dejar fluir el talento; para crear obras majestuosas y conceptos enteros en lugar de crear éxitos aislados y desechables.

Ver la evolución disco a disco es impactante, desde sus canciones inspiradas en películas infantiles como El Mago de Oz o Blanca nieves, hasta su más reciente producción homónima a su stage name (St. Vincent) que la hizo merecedora al Grammy a Mejor disco de Rock alternativo el año pasado y que sin duda la catapultó al éxito y a los line ups de todos los festivales internacionales.

Rock de cámara, indie rock, jazz de cabaret son algunos labels que se le han dado a su música. Lo cierto es que nada puede describir mejor el sonido de St. Vincent mas que valorarla como música ingeniosa, creativa, inteligente, arreglos poco ortodoxos y fuera de lo convencional.

Aquellos que ya la conocen sabrán de lo que estoy hablando y, los que no, sean bienvenidos al mágico y hermoso mundo de una de mis artistas favoritas hasta el momento.

Aquí una presentación en vivo en el Festival de Pitchfork. Con Show coreográfico y todo.

Su más reciente Producción, «St. Vincent». Joya.

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